(English version follows)
Prólogo: Hace 100
años.
A mediados de 1914,
el mundo atravesaba por uno de los momentos más angustiantes de su historia
hasta el momento; ya que las tensiones políticas, al igual que las pretensiones
territoriales, se encontraban en constante aumento. Dos bloques políticos
estaban a punto de enfrentarse por la supremacía del continente europeo y del
mundo. Francia e Inglaterra abandonaron su antigua rivalidad imperial para
proteger sus territorios en África de los avances alemanes e italianos en aquel
continente, mientras que en casa, se aliaron con Rusia para detener las
pretensiones germánicas y austrohúngaras en los Países Bajos y los Balcanes.
Para asegurar su poderío, estas naciones gastaban hasta 10% de su producto
interno en adquirir los más modernos adelantos en tecnología bélica:
submarinos, aeroplanos, dirigibles, granadas o ametralladoras entre muchas
otras armas diabólicas. Interesantemente, todas estas grandes potencias
competían de igual forma para acaparar nuevos mercados en imperios menores como
Japón, quien se convirtió en una potencia autosuficiente hacia 1900; incluso
ganando una guerra colonial contra Rusia en 1905, o China, o bien en naciones
latinoamericanas como México, Brasil y Argentina, muchas veces aprovechándose
de conflictos internos o rivalidades militares entre estos países. Todas
aquellas tensiones se rompieron una tras otra el 28 de Junio, después del
asesinato del príncipe heredero de la corona austrohúngara Francisco Fernando,
a manos de un nacionalista serbio, culminando en el terrible conflicto llamado
Primera Guerra Mundial. Cien años después, la situación estaría lejos de no
repetirse, ya que las tensiones entre los nuevos bloques globales están en
auge: El bloque neoliberal de Occidente se encuentra en decadencia y en
confrontación contra el expansionismo chino, la vuelta de Rusia a la lucha por
la supremacía y nuevas potencias emergentes tales como Brasil, la India,
Sudáfrica y Nigeria sólo por nombrar algunos. Las ambiciones imperialistas de
todos los bandos han desatado conflictos en Medio Oriente, Africa del Norte e
inclusive, una vez más en Europa Oriental. El desgaste ambiental ha llevado a
las naciones más pobres del mundo al borde de una lucha por la supervivencia.
Sin embargo, hay contenciones para evitar un conflicto mayor, ya que en los
últimos 100 años, se han desarrollado armas cataclísmicas que podrían llevar a
la raza humana al borde de la extinción. Esto ha invitado a las naciones a
mantener el sentido común y por lo mismo, de igual forma se han desarrollado
esfuerzos de paz para mantener los instintos destructivos del hombre fuera
del campo de batalla y trasladarlos al campo deportivo. Como en los tiempos de
los antiguos griegos y romanos, han surgido instituciones para que el hombre
desborde todas sus tensiones celebrando justas. Sin embargo, el inútil
derramamiento de sangre y la salvajía de los combates de gladiadores ya no son
una opción, debido a la mediación ofrecida por la reciente “concepción” de los
derechos humanos. Eventos deportivos mundiales como los Juegos Olímpicos y la
Copa Mundial de Futbol se han vuelto instituciones de tan anhelada paz. Ayer
mismo, la más reciente edición de la Copa Mundial de Futbol comenzó en Brasil,
a sólo dos semanas de las conmemoraciones oficiales del 100 Aniversario de la
Primera Guerra Mundial. El torneo estará en plena marcha para entonces, ya que
los dos primeros partidos de los octavos de final tendrán lugar el mismo día
28. ¿Cómo es que todo esto se relaciona entonces con el compositor de hoy?
Primero que nada, Heitor Villa-Lobos nació en Brasil en 1887. De hecho, nació
en Río de Janerio, antigua capital de ese país y cuna de uno de los recintos
históricamente más importantes del fútbol: el estadio Maracaná. Segundo, Brasil
tuvo una pequeña participación durante la 1GM, sin embargo lo bastante
significativa para cambiar las riendas económicas del país. Tercero y último,
la sinfonía “La Guerra” de Villa-Lobos se refiere, sin duda alguna, a la
Primera Guerra Mundial.
El día de hoy, Heitor Villa-Lobos es considerado como el
compositor académico más importante y más prolífico de América Latina. Era hijo
de un burócrata descendiente de españoles que a su vez, era un músico
amateur. Su padre evidentemente impulsó
el talento de Heitor en la música y sin embargo, él recibió poca enseñanza
académica en su niñez. Villa-Lobos
aprendió su carrera futura mayoritariamente como un oficio, ya que la muerte de
su padre lo obligó a ganarse la vida tocando en cines mudos, bandas callejeras
y teatros. Hacia 1905, comenzó a hacer viajes al “oscuro” interior de Brasil
para absorber y estudiar, como lo haría hoy un etnomusicólogo, la música
popular. Cuando Villa-Lobos regresó al mundo “civilizado”, de igual forma
retornó al Teatro Municipal de Rio de Janeiro al unirse a una compañía de
ópera, donde conoció a Arthur Napoleão, su primer gran soporte, ya que este hombre
lo apoyó con sus sueños de componer. En 1913, Villa-Lobos contrajo matrimonio
con la pianista Lucília Guimarães, quien se convirtió en su más grande
ayuda, ya que gracias a ella, él tuvo la oportunidad de aprender por iniciativa
propia el piano, armonía, contrapunto, formas musicales e instrumentación. En
su aún joven cabeza, Villa-Lobos comenzó a idear un delicioso estilo ecléctico
que abarcaría fuentes de inspiración europea, africana y amerindia. Así, su
música estaría constituida de elegancia y refinamiento europeo, percusividad y
ritmo africano; y finalmente melodía y lirismo amerindio. Muchas de sus
primeras obras eran improvisaciones con limitadas características técnicas y
por lo mismo, muchas de ellas encontraron forma de ser recreadas. Entre 1915 y
1919, el compositor estrenó varias obras en diferentes géneros: cuartetos de
cuerdas, sonatas, ballets y poemas sinfónicos. Además, compuso sus dos primeras
sinfonías “O Imprevisto” and “Ascensão”. Muchas de estas fueron sus primeros
éxitos y fracasos. 1917 y 1918 fueron años muy importantes tanto para
Villa-Lobos como para Brasil. Este país mantuvo una posición neutral exportando
bienes industriales y productos de lujo. Desafortunadamente, los submarinos alemanes
U-boot comenzaron una campaña de hundimiento sin restricciones comenzando en
1917, hundiendo naves comerciales brasileñas en la costa de Francia. Esto fue
razón suficiente para que el presidente Venceslau Brás declarara la guerra a
Alemania en octubre. Mientras que la Cuerpo Expedicionario Brasileño vio poca
acción en Europa, la Marina y la pequeña fuerza aérea vieron más combate en
misiones de patrullaje sobre el Atlántico. Esta época, sin embargo, fue mucho
más alegre para Villa-Lobos, ya que en ese mismo año, el empresario Diaghilev
se encontraba de tour con sus Ballets Rusos en América del Sur, permitiéndole
escuchar la últimas innovaciones musicales europeas y un año después,
Villa-Lobos conoció al compositor francés Darius Milhaud, quien era secretario
de Paul Claudel, escritor y embajador de la Delegación Francesa en Río.
Entonces, un intercambio singular ocurrió ya que Milhaud le mostró a
Villa-Lobos la música de Debussy y Satie; mientras que inversamente Villa-Lobos
introdujo a Milhaud en la música callejera de Brasil. En 1919, Villa-Lobos
conoció al pianista Arthur Rubinstein, a quien le agradaron sus obras para
piano y quien impulsó el estreno de su Sinfonía
No. 1 “O Imprevisto”. La creación pública de la obra le valió ese mismo año
una comisión del gobierno brasileña para conmemorar el esfuerzo brasileño
durante la 1GM.
Villa-Lobos decidió componer un tríptico sinfónico de Guerra
que evocara los diferentes estados del conflicto bélico y enmarcado en tres
sinfonías: Guerra (Sinfonía No. 3),
Victoria (No. 4) y Paz (No. 5,
extraviada). Todas estas obras estarían basadas en textos de Luiz
d’Escragnolle Doria, un profesor de historia en Sao Paulo. Si bien los textos
no son de una gran calidad filosófica, la música inspirada por ellos fue algo
nunca antes compuesto en Brasil. El día de hoy, nos limitaremos a explorar la
Sinfonía No. 3 “A Guerra”, escrita conjuntamente con la No. 4 “A Vitoria”, en
1919. La sinfonía dura meramente 30 minutos, es programática y fue escrita para
una gran orquesta compuesta de alientos triples
(flautín, corno inglés, clarinete bajo y contrafagot haciendo la
tercia), metales cuádruples más tuba los
cuales son aumentados por un coro de fanfarrias compuesto de clarines y
cornetas, un enorme aparato de percusiones compuesto por timbales, bombo,
tam-tam, platillos, xilófono, matraca y tambores militares, celesta, piano y un
gran contingente de cuerdas, al igual que un coro ad lib. La obra se divide en los cuatro movimientos tradicionales,
cada uno poseyendo un título. El primer movimiento “Vida y trabajo” comienza
con sonoridades misteriosas y cromáticas en los alientos y las cuerdas que poco
a poco construyen un clímax musical que enuncia uno de los temas principales de
la sinfonía en las cuerdas y los alientos graves. El movimiento está
adredemente construido en escalas hexatónicas con el fin de crear tensión e
inestabilidad musical. Un oboe introduce un tema más alegre entre sonoridades
calmas que repiten el tema principal en el fondo. Un tema más pacífico y lírico
es introducido por las cuerdas y los metales. La vida es placentera y
agradable. Sin embargo, los metales insisten en tocar fanfarrias en tresillos
que rompen en acción en las percusiones para nutrir la gran masa orquestal. Un
tema más guerrero se oye en los trombones, ya muy característico del
compositor. El trabajo es representado por un tema muy rítmico, incluso a veces
africano, en las percusiones, parecido al de una línea de ensamble. Los
alientos evocan silbatos de fábricas, al igual que el piano y los platillos, mientras
que las fanfarrias suenan constantemente como decoración. ¿Acaso esto es el
símbolo inequívoco del desastre armado? El tema principal se oye una vez más en
las cuerdas y luego en los metales, está vez con más desarrollo. Una melodía
danzante en las cuerdas reintroduce actividad rítmica en la orquesta una vez
más junto con el tema principal, que crece hasta ser detenido por un acorde
disonante seguido de “La Marsellesa” en los cornos. El movimiento termina
cuando la agrupación masiva de acordes se detiene en Do mayor. La segunda
sección “Rumores e Intriga” comienza con movimientos evasivos en las cuerdas,
metales y alientos. Aquí podemos encontrar octavas y quintas dobles en las
cuerdas, conjuntadas con figuras rítmicas, muy distintivas del compositor.
Estas corren saltando entre semitonos y tonos completos en todas las familias
instrumentales. Un tema mucho más heroico suena en los cornos que tocan sobre
el fondo de las cuerdas corriendo, el cual se disuelve antes que ella. Una nueva
melodía suena en los alientos, que hace eco en el inmenso ensamble de cuerdas,
siendo solamente detenido por las trompetas. Efectivamente, esta escritura de
casi fuga da la idea de rumores y noticias dispersándose, creando ansiedad
entre los dirigentes y el pueblo. Las cuerdas incluso llegan a tocar notas muy
agudas, mientas que las fanfarrias del primer movimiento regresan, disipando la
música hacia melodías semitonales; hasta llegar a un ostinato en el que el arpa
toca la melodía evasiva, creciendo hasta los alientos que tocan con un sabor
muy francés. Una sección de cuerdas en col legno introduce una melodía
pentatónica en los alientos y metales. El movimiento cierra cuando el ostinato
regresa en los metales, cerrando una vez más en Do mayor con cuerdas en
pizzicato. El tercer movimiento “Sufrimiento” es el único que está realmente
centrado en una tonalidad, ésta siendo Do menor. Empieza con motivos
italianescos en las cuerdas graves, acompañadas por un ostinato en los
alientos, como si se tratase de una marcha funeral idéntica a la de la
introducción de la Sinfonía No. 2 de Mahler. La música crece en tamaño usando
una secuencia que recuerda la ópera italiana. Ésta introducción se repite dos
veces, la segunda alcanzando una secuencia musical mucho más larga. El ambiente
es sombrío, triste y de lamento. Aunque el sufrimiento de guerra mayor haya
ocurrido en Europa, aquí las melodías están llenas de un lirismo totalmente
latinoamericano, como si se tratase de una serenata dolorosa, la cual pasa a
través de todas las familias, culminando en un fatídico Do menor. La marcha
fúnebre de la introducción vuelve, esta vez más llena de tristeza, evocada por
las cuerdas graves. Mientras la marcha se desvanece, redobles de timbal y
glissandos en los trombones introducen una melodía lamentosa en las cuerdas y
alientos, mientras que escuchamos las fanfarrias que regresan en un retroceso
de quintas. Un oboe entona una serenata plañidera acompañado por la orquesta y
repetido por los alientos. Las cuerdas y alientos graves introducen una nueva
lamentación, completamente brasileña que pasa por las trompetas hasta llegar a
los violines. Una interpretación más pensativa prosigue en pianissimo, seguida
por una transformación del lamento brasileiro en todas las familias
instrumentales. La marcha fúnebre retorna en los alientos, mientras que las
cuerdas cantan el lamento que crece en sonido, acompañado de golpes ominosos en
los timbales. Un episodio de angustia se presenta como desarrollo antes de
disolverse entre las cuerdas graves que reintroducen la marcha fúnebre, esta
vez acompañada de trompetas sombrías. El oboe canta otra serenata de tristeza,
mientras que las cuerdas tocan fragmentos del lamento brasileiro, a fin de
rendirse ante la marcha fúnebre que se silencia hasta ser callada por otro
redoble ominoso de timbal. El cuarto movimiento “Batalla” es por mucho una de
las composiciones más interesantes que Villa-Lobos jamás fuera a producir, ya
que usa técnicas de collage denso en la orquesta y de citas musicales que,
curiosamente, ya eran practicadas por el compositor estadounidense Charles Ives
desde hacía dos décadas, pero que éste nunca revelo hasta mediados de los años
20. El final también está construido alrededor de los principios cíclicos de
César Franck; ya que elementos de movimientos anteriores hacen su aparición.
Este final comienza con un redoble de tambores, seguido por el tema del primer
movimiento en los trombones, tocado en conjunto con las escalas carrereadas del
segundo movimiento en las cuerdas. Mientras que los temas se re-desarrollan,
escuchamos las fanfarrias anunciadas por cornos, trompetas y clarines. El tema
principal se escucha en cornos disonantes y llamados de los metales con un
trasfondo muy activo en las percusiones, quienes toman un rol mucho más
prominente aquí que en movimientos anteriores. Golpes en el tam-tam, redobles
en el bombo y de matraca introducen el lamento brasileiro, que es entonado
contra golpes secos y duros en el bombo, los cuales evocan disparos mortíferos de
artillería. La carnicería bélica es experimentada por la música, que introduce
fragmentos de melodías anteriores, hasta que el lamento regresa en las cuerdas
y alientos. Este se disipa ante una repetición marcial del tema del primer
movimiento, acompañada por redobles y llamados urgentes en las trompetas y
clarines, ya que una carga mortal avanzará sobre el enemigo. Golpes en el bombo
anuncian la carga y es aquí donde el denso collage de La Marsellesa (en Do mayor en los bajos) y el Himno Nacional de Brasil
(en Sol mayor en los altos, corre frenéticamente contra andanadas en el bombo,
los platillos y tambores. Cuando ésta termina, el coro de La Marsellesa es tocado heroicamente, casi como un adiós al
patriotismo, ya que el himno regresa más tarde en La menor, disolviéndose en un
último lamento, siendo éste el único tema original del movimiento. Cuando éste
termina, una avalancha disonante da entrada al tema principal, esta vez vestido
en maquinaria pesada, representada por los metales y las percusiones, el cual
solo puede ser detenido por un ruidoso y extrañamente brutal tutti en Do mayor,
concluyendo la sinfonía.
Villa-Lobos estrenó su Tercera y su Cuarta sinfonías en 1919
y 1920 respectivamente, sin mucho éxito ya que los músicos debían sostener
enormes desafíos musicales. Sin embargo en 1922, después de algunas ejecuciones
por el maestro director Félix Weingartner, Villa-Lobos obtuvo una beca para
estudiar en Europa. Así marchó a París, ciudad que visitaría periódicamente
entre 1923 y 1930. Mientras estuvo allí, finalmente se hizo una reputación, ya
que su estilo musical pudo madurar. En 1930, quedó varado en Brasil después del
golpe de Getulio Vargas, más por voluntad propia que obligado por el gobierno.
Durante este tiempo, él creo lo que mundialmente se reconoce como su obra
maestra: Las Bachianas Brasileiras,
que son una reinterpretación de Bach en tonos neobarrocos/neoclásicos y
latinoamericanos. Retornando al tríptico, la pérdida de la Sinfonía No. 5 “A Paz” es probablemente una de las más grandes en toda
la historia, ya que es (al menos por lo que se conoce) una gigantesca sinfonía
parecida a la octava de Mahler y a la cuarta de Ives, requiriendo así dos
orquestas y directores y un coro enorme. De esta forma, se ha convertido en el
Santo Grial del Romanticismo musical americano.
Latin American Masters I (WWI
Special): Heitor Villa-Lobos and “War”
Prologue: 100 years ago.
Mid 1914 was probably one of the stressful moments in World’s history, as
political tensions and pretensions were on continuous rise. Two political
blocks were about to clash for supremacy on the European continent and the
world. France and England ended their long-standing imperial rivalry to secure
their land in Africa against German and Italian attempts to penetrate the Dark
Continent, while at home in Europe; they teamed up with Russia to defend German
and Austro-Hungarian advance on the Low Countries and the Balkans. To keep
grasp on their power, these nations spent up to 10% of their GNP on building
the latest technological advancements in warfare: submarines, airplanes,
airships, hand-grenades or machine guns among other devilish weapons.
Interestingly enough, all these powers as well, coveted new markets on lesser
foreign empires as Japan, who became self-sufficient by 1900 and won against
Russia in 1905, or China, as well as Latin American nations like Mexico, Brazil
and Argentina, most of the time profiting of internal conflicts or military
rivalries among these nations. All tensions broke out one after the other after
the assassination of Austrian Crown Prince Franz Ferdinand on 28th
June, culminating on the terrible conflict called World War I or the Great War.
One hundred years on, global situation is not dissimilar. Tensions among new
global blocks are on the rise as the neoliberal West faces decay against
Chinese expansion, Russian challenge for supremacy and new, emerging economic
powers like Brazil, India, South Africa and Nigeria to name a few. Conflicts
related to inherently imperialist ambitions from all sides have erupted all
over the Middle East, Northern Africa and even Eastern Europe once more.
Environmental issues have driven some of the world’s poorest nations to the
brink of survival. Nonetheless, in the last 100 years, the possibility of
complete annihilation of the human race, by means of cataclysmic warfare, has
forced nations all over the globe to hold into common sense. Over this last
century, equally peace efforts have risen to temper mankind’s destructive
instincts off war. As in the times of ancient Greeks and Romans, competitive
institutions flourished in the manner of sports to celebrate combat on the
sports field instead of the battlefield; except on this age useless blood spill
and murderous savagery are no longer an option, by mediation of the recently
“crafted” concept of human rights. Worldwide sports competitions such as the
Olympics and the Soccer World Cup have become institutions for the longed
peace. Just as of yesterday, the most recent edition of the Soccer World Cup
started in Brazil, just two weeks shy of the commemoration of the 100th
Anniversary of WW1. The tournament will still be on progress in that date as
the first two matches of the Round of 16 will be held exactly on June 28th.
What and how is this data related then to today’s composer? First and foremost,
Heitor Villa-Lobos was born in Brazil in 1887; as a matter of fact he was born
in Rio de Janeiro, Brazil’s former capital and home to the historical soccer
venue, the Maracaná. Second, Brazil did have a small participation during WWI,
but important enough to change the byways of the country. Third, Villa-Lobos
“War” symphony refers to no other conflict than World War I.
Today, Heitor Villa-Lobos is regarded by far as the most important and
the most prolific Latin American academic composer. He was son of a civil
servant of Spanish descent who was also an amateur musician. He fostered
immediately his son’s talent on music, yet he was to receive little academic
instruction in early life. Villa-Lobos learnt most of his future career by
trade, since his father’s death forced him to make a living playing in cinemas,
street bands and theatres. By 1905, he travelled into Brazil’s “dark” interior
to absorb and study, as a nowadays ethnomusicologist, the people’s folk music.
When he returned to the “civilized” world, he resumed playing at Rio’s great Teatro Municipal, where he met Arthur
Napoleão, his earliest supporter, and a man who
encouraged him to compose music. In 1913 Villa-Lobos married pianist Lucília
Guimarães, who would become his soundest help, since he learned, almost by
himself, piano, harmony, counterpoint, musical forms and instrumentation. In
his young head, he conceived a handsomely eclectic compositional device that
would encompass European, African and Amerindian sources of inspiration.
Therefore, his music would be filled with European elegance and refinement,
African percussiveness and rhythm and Amerindian melodicism and lyricism. Most
of his very early works were improvisations with limited technical qualities
and many of this found their way into reworking. Between 1915 and 1919, he
premiered several of his works on various genres including string quartets,
sonatas, ballets and orchestral works and composed his first two symphonies “O Imprevisto” and “Ascensão”, proving to be his first successes and setbacks. 1917
and 1918 proved to be crucial years to both Villa-Lobos and Brazil. This nation
first held a neutral stance on the conflict as it exported industrial goods and
commodities. Unfortunately in 1917, German U-boats started attacking Brazilian
freighters off the French coast, reason enough for president Brás to declare
war on Germany on October. While the Brazilian Expeditionary force saw little
action, the Navy and the rather small air force saw much more combat in
scouting missions over the Atlantic. It was a happier time For Villa-Lobos
because also in 1917, Diaghilev toured his Ballets Russes through South
America, allowing him to listen to the latest innovations in European music and
one year later, he met French composer Darius Milhaud who was in Rio as
secretary of Paul Claudel, writer and ambassador of the French Legation. Then,
a very singular cultural exchange happened, as Milhaud taught Villa-Lobos the
music of Debussy and Satie and in return, Villa-Lobos taught Milhaud the music
of Brazil’s streets. He also met Arthur Rubinstein in 1919; who helped him
premiere his Symphony No.1 “O Imprevisto”.
The premiere of the work brought him into prominence in the national scene and
that same year, he received a commission from the Brazilian Government to
compose a work to commemorate national effort during WWI.
The work
Villa-Lobos conceived would be a symphonic War Triptych; three war symphonies
evoking the different states of the conflict: War (Symphony No. 3), Victory (No.4) and Peace (No. 5, now lost). The works were based on writings by Luiz
d’Escragnolle Doria, a professor from Sao Paulo. While the texts are of poor
philosophical quality, the music inspired by them was like nothing composed
before in Brazil. Today, we will restrain to only explore Symphony No. 3 “A Guerra”, written along with No. 4 “A Vitoria” in 1919. The symphony lasts about 30 minutes, is
of programmatic nature, and it is scored for a large orchestra with triple
woodwind (piccolo, English horn, bass clarinet and contrabassoon tripling);
quadruple brass and tuba, augmented by a brass fanfare section made out of
bugles and cornets; an enormous percussion section composed of timpani, bass
drum, tam-tam, cymbals, xylophone, wooden rattle and military drums; celesta,
piano, harp and strings, as well as an ad
lib choir. It is divided into the four movement scheme, each movement
bearing a name. The first “Life and Labour” begins with mysterious, chromatic
sonorities on woodwind and strings that build into a climax that enounce one of
the symphonies main themes on low woodwind and strings. This movement is
purportedly based on hexatonic scales and melodies to create tension and
musical instability. An oboe introduces a playful theme among quiet sonorities
that play the main theme on the background. A more peaceful and lyric theme is
introduced by strings and brass. Life is pleasant and joyful. Nonetheless, the
brass continues playing fanfares in triplets which breaks action in percussion
to nourish the orchestral mass. A more belligerent theme is heard on trombones,
already distinctive of the composer. Labour is symbolized by a very rhythmic,
even African sounding, motive in percussion, like an assembly line. Woodwind
emulates factory sounds, as well as piano and cymbals, with the fanfares heard
constantly as decoration. Could this be symbol of the impending doom of warfare
building? The main theme is heard once more in strings and later in brass, this
time more developed. A dancing string melody reintroduces activity on the
orchestra again with the main theme which comes into a massive build and stop,
followed by “La Marseillaise” on the horns. The movement ends as the massive
orchestral build resumes into a C major chord. The second section, “Intrigues
and Rumours”, starts with fledging moves on strings, brass and woodwind. We can
hear doubled-octave and fifths string writng along with rhythmic figures, very
distinctive of the composer. These run all along half step and full step notes
on all instrumental families. A more heroic theme is heard on horns above the
running strings, which subsides faster than their melody. A new melody appears on
woodwind, which echoes into the immense string apparatus, coming into halt by
trumpets. Effectively, this quasi fugal writing gives the idea of flowing news
and rumors, spreading and creating anxiety and sensation among rulers and the
populace. Strings even play acute notes as the announcing fanfares of the 1st
movement make a comeback, dissipating music into somber semi-tonal melodies,
reaching an ostinato in which harps play the fledging melody, growing into
woodwind of a French flavor. A col legno section in strings introduces a very
pentatonic melody on woodwind with backing brass. The movement closes as the
ostinato returns in brass, closing again on C major on pizzicato strings. The
third movement “Suffering” is the only one centered along a tonality, C minor,
and it is the longest. It begins with ascending Italianate motives on low
strings, accompanied by an ostinato in woodwinds, as if it were a funeral march
identic to that on Mahler’s Second Symphony. Eventually music grows in size by
a sequence which recalls Italian opera. Introduction is repeated twice, the
second time attaining a larger musical sequence. Ambience is gloomy, sad and
lamenting. While the war sufferings’ occurred in Europe, the melodies here
played are imbued with Latin-American lyricism, almost like a sad serenade of
sorrow, which is played through all the instruments in the orchestra,
culminating on a fatidic C minor chord. The scales of the introduction make a
lamenting comeback, this time with even more sorrow than before, evoked by low
string writing. As the march fades away, timpani rolls and glissandi in
trombones introduce a lamenting melody in strings and woodwind, as it develops
we hear the announcing fanfares in a bright tonal retrocession. An oboe sings a
plaintive serenade as it is accompanied by the rest of the orchestra and
repeated by the rest of woodwinds. Lower strings and woodwind introduce a new lament,
of complete Brazilian extraction which passes into trumpets and then into
violins. A more reflective section follows on pianissimo, followed by a
transformation of the Brazilian lament played together by all instrumental
families. The funeral march returns in woodwind only as strings sing the lament
as it walks toward a massive dressing marked by dry timpani strikes. An
anguished episode follows as a development before subsiding into lower strings
which reintroduce the funeral march, this time accompanied by haunting trumpets.
The Oboe sings once more a plaintive serenade, while strings play in the bottom
descending fragments of the Brazilian lament, only to give away into the
funeral march which goes silent only to be concluded by an ominous timpani
roll. The fourth movement, “Battle”, is by far one of the most interesting
pieces of music Villa-Lobos was ever to compose, since here he uses techniques
of dense orchestral collage and quotation that were, incidentally, practiced by
American composer Charles Ives two decades earlier, but never revealed to
public until the mid 1920’s. The finale is also build according to the cyclical
principles of Cesar Franck; since elements of previous movements make a
comeback. The movement begins with a drum roll, followed by the theme of the
first movement in trombones, played along with the running scales of the second
movement in the strings. As it is developed through the orchestra we hear the
announcing fanfares on horns, then on trumpets. The theme is then heard on
dissonant horn and brass calls with a very rhythmic bottom in percussion,
section that takes a very important role in this movement unlike in the rest of
the symphony. Tam- tam strikes, bass drum rolls and ratchet introduce the
Brazilian lament, played against dry, aching bass drum strikes, evoking
artillery shots and explosions. The carnage of battle is experienced by music,
which introduces fragments of last movements, until the lament returns in
strings and woodwind, before it subsides to hear a martial reprise of the theme
of the first movement, accompanied by drum rolls and urgent trumpet call
announcements, as deadly charge is set to advance into the enemy. Bass drum
strikes announce the charge, and here we listen to the collage of La Marseillaise (C major in bass
instruments) and the Brazilian National Anthem (G major in treble instruments) ,
running frantically against bass drum barrages, cymbal clashes and drum rolls.
As the charge ends, the refrain of La
Marseillaise is heroically played, almost as a farewell to the patriotism,
since the anthem returns later, played in A minor and fading into a lament in
full orchestral colors; this one being the only original theme of this
movement. As the lament subsides, a dissonant avalanche gives reentry to the
main theme, this time dressed on heavy war machinery symbolized by brass and
percussion, which is halted only by a noisy, strangely brutal C major tutti,
ending the symphony.
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