Anoche... al analizar una pieza muy conocida de música
clásica, al reconocer el entorno y las circunstancias tuve, por extraño que lo
parezca, una enorme revelación sobre la política. Lo que ocurre es que dicha
pieza de música era una semi-apología al estalinismo, ideología política
totalitaria y a la vez representa esta música una heroica victoria sobre el
nazismo, otra ideología totalitaria. Ya de por sí, esto supone mil
contradicciones, simplemente por el hecho de que los compositores en la URSS
estaban obligados casi a punta de pistola, junto con el resto de los artistas,
a crear apologías en pro de Stalin y a su vez en contra de otro tirano llamado
Adolf Hitler.
Esto me llevó a una investigación exhaustiva que me llevó
por fortuna o desgracia a una página de un derechista que criticaba
fervientemente a muchos izquierdistas intelectuales, e incluso ganadores del
nobel, que apoyaban las filosofías estalinistas y maoistas, e incluso a varios
pro-nazis. Lamentablemente dicho derechista cínicamente ponía la paja en ojo
ajeno, ya que el susodicho apoyaba a las masacres del Estado de Israel y al
férreo control occidental sobre África; lo único que le faltaba era canonizar a
Pinochet o a Mobutu, cosa que afortunadamente no existía en su página.
No amigos, lo que menos quiero incitar es un debate sobre la
doble moral en la política, no es necesario hacerlo porque sabemos que existe y
que es un muy lamentable fenómeno. Lo que más quisiera es invitarlos a una
reflexión, a un replanteamiento de la política, de la economía, de las
ideologías a las que éstas están sumidas desde la Revolución Francesa hasta
nuestros días. He llegado a pensar fijamente bien a lo que estas nos han
llevado, que es en múltiples ocasiones, a la miseria material y espiritual del
hombre. Ni capitalismo ni comunismo han logrado resolver a pleno estos temas,
mucho menos la teocracia, el autoritarismo o el totalitarismo: todas ellas
acaban explotando y exprimiendo al ser humano. No hay realmente una ideología
política, social y económica que realmente resuelvan el problema de la dignidad
humana al 100%.
Los defensores del capitalismo global me dirán que no es
cierto, que la gente es feliz en su sistema. ¿Pero acaso lo son? ¿Dónde dejan a
esos millones de empleados de buró que sufren de burnout crónico, mismo que se
acaba manifestando en enfermedades físicas y mentales y en pesadas deudas que
no hacen más que alimentar este círculo vicioso? ¿Dónde dejan a esos millones
de ninis que aborrecen la escuela y el trabajo porque sienten, correctamente, que
éstos no los llevarán a ser uno más en el escritorio de una oficina? ¿Dónde
dejan a esos miles de millones de trabajadores en subempleo o en empleos
esclavos en países en vías de desarrollo para costear las vidas caras de los
países desarrollados? ¿Dónde dejan a esos otros miles de millones que aún
sufren de hambre, de pobreza y a esos millones que ven sus vidas degradarse
simple y sencillamente porque no tienen la capacidad natural de “emprender”?
Que podemos decir que esto no es más que un sistema depredador; darwiniano como
muchos lo llaman. Muchos de ustedes estoy seguro que responderán, “La vida es
así, es injusta. No podemos hacer nada”. Ese tipo de respuestas me enferman, me
llenan aún más de impotencia. Es así como piensa un animal, un depredador, un
opresor. El hombre se diferencia de la bestia justamente porque puede superar
éste estado; un estado que anteriormente se creía ya rebasado. No obstante, la
existencia de este tipo de sistemas económicos nos hace ver que estamos lejos
de dejar de serlo.
Los defensores del neocomunismo y del neofascismo me dirán:
hemos adoptado un sistema justo en el que las desigualdades económicas no son
causa de infelicidad, donde el desempleo es bajo y donde hay aparente libertad
de criticar al sistema depredador que oprime al resto del mundo. Pero, ¿dónde
dejan la libertad para criticar las fallas del propio sistema, el cual por
supuesto, no es perfecto? ¿Dónde dejan la libertad de todos aquellos disidentes
políticos que viven amenazados bajo el terror de ser encarcelados y asesinados?
¿Dónde dejan la capacidad de emprender de aquellos que tienen el don de
hacerlo? ¿Dónde dejan los derechos de todas esas minorías étnicas y religiosas
y de aquellos que tienen una diferente orientación sexual la cual no se puede
cambiar? Estos mismos dirán: “es necesario oprimir y corregir pensamientos y
conductas minoritarias por el bien común.” Esto también me enferma y me
indigna, ya que también así piensa un opresor, justificando la pérdida de
derechos humanos.
Hoy en día hay pocos países que hayan logrado un equilibrio
entre estas dicotomías, entre la libertad y la igualdad; países que
curiosamente se sitúan en los extremos del globo, cuya población no supera más
de 25 millones de habitantes, pero cuya media es de 5 millones (máximo marcado
por Australia) y las cuales son en su gran mayoría, monarquías simbólicas (la
única república es Finlandia). La gran mayoría de las naciones sigue en la
vorágine de la indefinición, de una lucha entre extremos que no llevan más que
a la infelicidad individual y colectiva; misma que nos está llevando al borde
de la catástrofe económica social y ambiental. Algunos compañeros sugieren que
para que haya un cambio, solo es posible a través de escenarios apocalípticos,
ya sea por una catástrofe ambiental, o por más fantasioso que ésta suene, una
invasión por parte de fuerzas alienígenas. Yo digo, para que esperar. La causa
de todos los males parece ser la ideología política y económica, ya que estas siempre
acaban por beneficiar enteramente a una minoría. Quizás esto suene a jerga de
político, pero no es nada más que una verdad constante. La política y la
economía no sirven al ser humano, al contrario, éste es su siervo y esclavo.
Sólo hasta que exista un sistema que realmente procure el desarrollo íntegro
por las personas, que procure su libertad completa de existencia y que los
colme de igualdad al momento de iniciar su carrera, sea esta comercial,
artística, científica o tecnológica. Un sistema que se preocupe por el futuro
ambiental y espacial de la especie humana.
Lo que hoy ha ocurrido alrededor del mundo, en mi país y en
otros, es el síntoma de una sociedad que ya no tolera más el servilismo al que
está sometida, a la vigilancia que la sofoca, a la depredación en la que está
sumida. Es un rotundo NO a una distopía orwelliana o ambiental, es un llamado a
quebrar un sistema que tiene a las mayorías y a las minorías largamente
oprimidas bajo un yugo milenario y que al aumentar de número considerablemente,
se ven obligados a tomar acciones. Conmino fervientemente a los movimientos
sociales en México y Hong Kong, entre otros, a no perderse entre ideologías y
buscar simplemente el equilibrio entre igualdad y libertad para la construcción
social del futuro.
S. R. M.
PS. Por si me preguntan, la obra musical era una sinfonía de
Dmitri Shostakovich, un músico que logró cantar a la libertad al estar encerrado
en una jaula de ideologías totalitarias.
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