Wednesday, November 5, 2014

Reflexión sobre nuestros agitados días.

Anoche... al analizar una pieza muy conocida de música clásica, al reconocer el entorno y las circunstancias tuve, por extraño que lo parezca, una enorme revelación sobre la política. Lo que ocurre es que dicha pieza de música era una semi-apología al estalinismo, ideología política totalitaria y a la vez representa esta música una heroica victoria sobre el nazismo, otra ideología totalitaria. Ya de por sí, esto supone mil contradicciones, simplemente por el hecho de que los compositores en la URSS estaban obligados casi a punta de pistola, junto con el resto de los artistas, a crear apologías en pro de Stalin y a su vez en contra de otro tirano llamado Adolf Hitler.

Esto me llevó a una investigación exhaustiva que me llevó por fortuna o desgracia a una página de un derechista que criticaba fervientemente a muchos izquierdistas intelectuales, e incluso ganadores del nobel, que apoyaban las filosofías estalinistas y maoistas, e incluso a varios pro-nazis. Lamentablemente dicho derechista cínicamente ponía la paja en ojo ajeno, ya que el susodicho apoyaba a las masacres del Estado de Israel y al férreo control occidental sobre África; lo único que le faltaba era canonizar a Pinochet o a Mobutu, cosa que afortunadamente no existía en su página.
No amigos, lo que menos quiero incitar es un debate sobre la doble moral en la política, no es necesario hacerlo porque sabemos que existe y que es un muy lamentable fenómeno. Lo que más quisiera es invitarlos a una reflexión, a un replanteamiento de la política, de la economía, de las ideologías a las que éstas están sumidas desde la Revolución Francesa hasta nuestros días. He llegado a pensar fijamente bien a lo que estas nos han llevado, que es en múltiples ocasiones, a la miseria material y espiritual del hombre. Ni capitalismo ni comunismo han logrado resolver a pleno estos temas, mucho menos la teocracia, el autoritarismo o el totalitarismo: todas ellas acaban explotando y exprimiendo al ser humano. No hay realmente una ideología política, social y económica que realmente resuelvan el problema de la dignidad humana al 100%.

Los defensores del capitalismo global me dirán que no es cierto, que la gente es feliz en su sistema. ¿Pero acaso lo son? ¿Dónde dejan a esos millones de empleados de buró que sufren de burnout crónico, mismo que se acaba manifestando en enfermedades físicas y mentales y en pesadas deudas que no hacen más que alimentar este círculo vicioso? ¿Dónde dejan a esos millones de ninis que aborrecen la escuela y el trabajo porque sienten, correctamente, que éstos no los llevarán a ser uno más en el escritorio de una oficina? ¿Dónde dejan a esos miles de millones de trabajadores en subempleo o en empleos esclavos en países en vías de desarrollo para costear las vidas caras de los países desarrollados? ¿Dónde dejan a esos otros miles de millones que aún sufren de hambre, de pobreza y a esos millones que ven sus vidas degradarse simple y sencillamente porque no tienen la capacidad natural de “emprender”? Que podemos decir que esto no es más que un sistema depredador; darwiniano como muchos lo llaman. Muchos de ustedes estoy seguro que responderán, “La vida es así, es injusta. No podemos hacer nada”. Ese tipo de respuestas me enferman, me llenan aún más de impotencia. Es así como piensa un animal, un depredador, un opresor. El hombre se diferencia de la bestia justamente porque puede superar éste estado; un estado que anteriormente se creía ya rebasado. No obstante, la existencia de este tipo de sistemas económicos nos hace ver que estamos lejos de dejar de serlo.

Los defensores del neocomunismo y del neofascismo me dirán: hemos adoptado un sistema justo en el que las desigualdades económicas no son causa de infelicidad, donde el desempleo es bajo y donde hay aparente libertad de criticar al sistema depredador que oprime al resto del mundo. Pero, ¿dónde dejan la libertad para criticar las fallas del propio sistema, el cual por supuesto, no es perfecto? ¿Dónde dejan la libertad de todos aquellos disidentes políticos que viven amenazados bajo el terror de ser encarcelados y asesinados? ¿Dónde dejan la capacidad de emprender de aquellos que tienen el don de hacerlo? ¿Dónde dejan los derechos de todas esas minorías étnicas y religiosas y de aquellos que tienen una diferente orientación sexual la cual no se puede cambiar? Estos mismos dirán: “es necesario oprimir y corregir pensamientos y conductas minoritarias por el bien común.” Esto también me enferma y me indigna, ya que también así piensa un opresor, justificando la pérdida de derechos humanos.

Hoy en día hay pocos países que hayan logrado un equilibrio entre estas dicotomías, entre la libertad y la igualdad; países que curiosamente se sitúan en los extremos del globo, cuya población no supera más de 25 millones de habitantes, pero cuya media es de 5 millones (máximo marcado por Australia) y las cuales son en su gran mayoría, monarquías simbólicas (la única república es Finlandia). La gran mayoría de las naciones sigue en la vorágine de la indefinición, de una lucha entre extremos que no llevan más que a la infelicidad individual y colectiva; misma que nos está llevando al borde de la catástrofe económica social y ambiental. Algunos compañeros sugieren que para que haya un cambio, solo es posible a través de escenarios apocalípticos, ya sea por una catástrofe ambiental, o por más fantasioso que ésta suene, una invasión por parte de fuerzas alienígenas. Yo digo, para que esperar. La causa de todos los males parece ser la ideología política y económica, ya que estas siempre acaban por beneficiar enteramente a una minoría. Quizás esto suene a jerga de político, pero no es nada más que una verdad constante. La política y la economía no sirven al ser humano, al contrario, éste es su siervo y esclavo. Sólo hasta que exista un sistema que realmente procure el desarrollo íntegro por las personas, que procure su libertad completa de existencia y que los colme de igualdad al momento de iniciar su carrera, sea esta comercial, artística, científica o tecnológica. Un sistema que se preocupe por el futuro ambiental y espacial de la especie humana.

Lo que hoy ha ocurrido alrededor del mundo, en mi país y en otros, es el síntoma de una sociedad que ya no tolera más el servilismo al que está sometida, a la vigilancia que la sofoca, a la depredación en la que está sumida. Es un rotundo NO a una distopía orwelliana o ambiental, es un llamado a quebrar un sistema que tiene a las mayorías y a las minorías largamente oprimidas bajo un yugo milenario y que al aumentar de número considerablemente, se ven obligados a tomar acciones. Conmino fervientemente a los movimientos sociales en México y Hong Kong, entre otros, a no perderse entre ideologías y buscar simplemente el equilibrio entre igualdad y libertad para la construcción social del futuro.

S. R. M.


PS. Por si me preguntan, la obra musical era una sinfonía de Dmitri Shostakovich, un músico que logró cantar a la libertad al estar encerrado en una jaula de ideologías totalitarias.

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