Al sur de los Pirineos yace una de las regiones más antiguas
del mundo occidental: El País Vasco. Originalmente poblado por tribus y clanes
posiblemente provenientes del Cáucaso, éstos siempre se han distinguido por las
diferencias culturales que los apartan de la población original de la península
ibérica y de los romanos, celtas y visigodos; en otras palabras, de todos
aquellos migrantes y conquistadores indoeuropeos que les siguieron a
establecerse en la región y quienes acabaron conformando las naciones modernas
de España y Francia. Los vascos se sitúan hoy en día en ambos lados de la
frontera franco-española, principalmente en lo que hoy se conoce como la
Comunidad Autónoma de Euskal Herria (o País Vasco) y en la porción sur del
departamento de Landes en la región francesa de Aquitania. Sin embargo, su
influencia se siente también en las provincias españolas de Cantabria, Navarra
y el norte de Castilla, así como en toda Aquitania y la Región Midi-Pyrinées de
Francia. El idioma que se habla es el vasco, por supuesto, mismo que sigue
siendo considerado como una lengua aislada a pesar de que la evidencia genética
sitúa a los vascos como originarios de Georgia y que por lo tanto, están
relacionados con las poblaciones originarias de la región. No obstante,
recientemente se han identificado ciertos elementos lingüísticos que podrían
ligar tanto al vasco como al extinto lenguaje aquitano al georgiano y
daguestano y no sería extraño ver que en futuras investigaciones se encuentre
el eslabón perdido entre ellas. De igual forma, las tradiciones del pueblo
vasco se diferencian un poco del resto, haciendo énfasis en la vida pastoral y
marítima. Sus prácticas musicales también son distintas, enfocándose en ritmos
compuestos y en escalas y melodías pentatónicas, heptatónicas y modales; mismas
que se han diseminado a través del mundo hacia Irlanda (hubo una gran migración
de poblaciones vascas del norte de España hacia las Islas Británicas al fin de
la última era glacial) y a las naciones de Iberoamérica, a las que migraron
desde tiempos de la colonia Española. La música presentada aquí el día de hoy
representa parte de esta herencia antigua.
Jesús Arámbarri: El
Sabbath de las Brujas o Aquelarre
Casi todos están familiarizados con el Sabbath de las Brujas
que Berlioz compuso como final de su Symphonie Fantastique. No obstante,
existen múltiples interpretaciones de dichos eventos de magia negra. Uno de
ellos fue creado por el compositor Jesús Arámbarri. Nacido en la ciudad de
Bilbao en 1902, marchó a París para estudiar composición con Paul Dukas en el
renombrado Conservatorio y desde entonces se inclinó hacia los valores
musicales franceses, convirtiéndose así en un elegante romántico nacionalista
más que en uno exacerbado. Una de sus primeras obras fue el Preludio Gabon
Zar-Sorgiñak o de las Brujas en Año Nuevo, que representa un aquelarre; palabra
española para representar una reunión de brujas que de hecho es de origen
vasco. Estos ocurrirían en las noches de Año Nuevo, cuando las brujas se
reunían en las montañas para festejar. La música comienza con una fanfarria de
origen popular con acentos sincopados, misma que se convierte gradualmente en
una ronda para cuerdas. Esta alegre melodía pasa con facilidad a través de los
instrumentos, enfocándose en las cuerdas y los vientos. Los cornos anuncian una
sección más plácida para cuerdas principalmente; una que evoca la calma de los
Montes Vascos, los cuales son bañados por generosas lluvias todo el año. De
repente, el bombo despierta los gritos frenéticos de las brujas, quienes bailan
salvajemente en los bosques en los alientos y metales; melodía que progresa a
una danza general. La melodía del inicio regresa en los clarinetes y se une a
la escena, terminando así la pieza.
Francisco Escudero:
Fe en la Virgen
Uno de los elementos más distintivos del País Vasco es su
adhesión a la fé católica; no es de extrañarse viniendo de un pueblo que se ha dedicado a la vida pastoral y
marítima, ya que han buscado el consuelo religioso durante los momentos de
peligro en el campo o en el mar. Tampoco es extraño dada a la influencia
española que ha prevalecido en la región y sobre todo considerando que hace
apenas 40 años, España era la nación más conservadora y tradicionalista en
Europa. La música sacra proviniendo de compositores vascos también se ha vuelto
tradición entonces; siendo su más grande exponente Juan Cristósomo de Arriaga,
llamado a veces el Mozart Español, quien compuso incontables misas y oratorios
durante su corta vida, convirtiéndose así en el representante español más
importante del clasicismo. La tradición se ha extendido hasta nuestro siglo, en
donde varios compositores, incluso curas, siguen creando música sobre temas
sacros; entre ellos resalta Francisco Escudero García de Goizueta. Nacido en
Zarazuz, Guipúzcoa en 1912, mostró talento musical desde una edad temprana y
fue motivado a realizar estudios en ello; primero en la academia local de San
Sebastián, luego en Madrid, París y Múnich, siendo también alumno de Dukas al
estar en Francia. Durante la Guerra Civil se exilió viajando en Europa, pero
regresó a España tras la invasión nazi a Polonia, ya que se dio cuenta que un
conflicto aún peor comenzaría. Se estableció en Bilbao como director de
orquesta, disfrutando de enorme prestigio tanto en el régimen franquista como
durante la restauración liberal del rey Juan Carlos I. Escudero fue quizás la
figura musical más importante del País Vasco en la segunda mitad del siglo 20,
sucediendo a su connacional Jesús Guridi, ya que al igual que él, Escudero
compuso música para todos los géneros, incluyendo sinfonías; las cuales son muy
escasas en el repertorio hispánico en general. Una de sus obras más recordadas
es el poema sinfónico Arantzazu, compuesto sobre un tema sacro.
Arantzazu o Aránzazu es una locación que da origen a un
nombre, que significa “Lugar de arbustos espinados”. Se encuentra en el
distrito montañoso de Oñate en la provincia vasca de Guipúzcoa y la leyenda
cuenta que, en 1468, la Virgen María se le apareció allí a un pastor llamado
Rodrigo de Baltztegui. El poema sinfónico corresponde a la descripción de los
eventos que ocurrían en aquél entonces. La música comienza suavemente en las
cuerdas y la celesta junto con un plato que resuena como el aire, evocando la
neblina que asciende por el paraje montañoso mientras que los alientos tocan
rápidamente; una escena netamente pastoral para imaginar. No obstante, la
tierra sufre: Una guerra entre nobleza, llamada guerra de bandos, ha estallado
siendo evocada con fanfarrias salvajes y una sequía azota la noble tierra como
aparente castigo del cielo, simbolizada por disonancia en los metales. El tema
de las montañas se escucha de nuevo a través de estos gritos de dolor. Un día,
Rodrigo el pastor sale con sus rebaños de vacas y ovejas a los pastizales de
las altas montañas, mismos que aparecen en los metales y en cencerros muy atmosféricos.
Al volver a casa, en entonces que tiene la visión de la Virgen, evocada con una
melodía al estilo gregoriano. Rodrigo regresa a su pueblo, donde los habitantes
están orando por el fin de la sequía y les cuenta su visión: deben ir a la
montaña en procesión y ver a la Virgen para terminar con la sequía. Los hombres
dejan sus espadas en casa y las mujeres cargan a sus hijos para ascender por la
montaña en una solemne procesión evocada en las cuerdas y oboes; misma que
aumenta gradualmente por toda la orquesta mientras se escuchan los temas de la
montaña y de la virgen alegremente. Van y encuentran la imagen de la virgen,
ahora labrada en piedra y la llevan al pueblo con gran felicidad; entonces la
lluvia cae del cielo y termina con la sequía, cerrando la obra con una calma
recolección de memorias en cuerdas y alientos.
Jesús Guridi: Una
vida en el mar
El siguiente y último elemento por explorar es la vida
marítima del vasco. Viviendo al borde del Atlántico, sobre el mar Cantábrico y
el Golfo de Vizcaya y careciendo de tierras arables gracias a las montañas, los
vascos pusieron también sus ojos en el mar. Su arte de construir botes se ha
refinado a través de los milenios y sus habilidades de pesca y caza de ballenas
fueron apreciadas desde la Edad Media en adelante; incluso existen leyendas que
sitúan a pescadores vascos y portugueses navegando más allá de las Azores para
cazar ballenas y cardúmenes de bacalao, llegando eventualmente a un lugar
nombrado Terra do Bacalhau (Tierra del Bacalao, posiblemente Terranova) más de
medio siglo antes del arribo de Colón al Caribe en 1492. Sin embargo, su
primera presencia confirmada sería hasta 1534, cuando Jacques Cartier exploró
el área para Francia. Fueron justamente éstas experiencias que llevaron tanto a
españoles como franceses a contratar marinos vascos para su exploración y
colonización del continente americano: algunos de los navegantes y almirantes
españoles como Juan Sebastián Elcano y Blas de Lezo eran de extracción vasca.
No sería extraño entonces que historias de navegantes llegaran a ser musicalizadas y la cantata Eusko Irudiak
de Jesús Guridi es prueba de ello.
Eusko Irudiak, que se traduce como Imágenes Vascas,
pertenece a las obras de Guridi basadas en temas nacionalistas. Ésta comienza
con una breve fanfarria para cornos y alientos que anuncia un nuevo día sobre
un pueblo pesquero. El día se abre en varias tonalidades (la tonalidad
principal es Do mayor) mientras los pescadores se preparan para partir al gran
océano. Los metales suenan majestuosamente mientras los marineros abordan sus
barcos en los que realizan viajes semanales o mensuales a través del Atlántico.
Esta fanfarria disminuye mientras los barcos navegan por calmas aguas
simbolizadas en las cuerdas y el arpa. El coro canta suavemente un canto marino
llamado “Boga,boga”, navegando en sus barcos que se hunden en el horizonte. El
ambiente se rompe por cornos y clarinetes que auncian tempestad (en la menor).
La porción masculina del coro canta la Canción de la Tormenta “Gure istasoa
bildugarria”. El mar azota los barcos con todo su poder simbolizado en los
metales y el bombo; la lluvia y los vientos arrecian sobre los botes, pero los
pescadores siguen en pie. En el pueblo todos temen por sus vidas, pero el mar
se empieza a calmar y el canto alegre “Boga, boga” regresa a la tripulación. El
finale comienza con la Espatadantza o Danza de espadas, usando un ritmo de 11/8
(compuesto por un 7/8+2/4) en Sol mayor, comenzando con el coro femenino que
representa a las esposas y madres de los pescadores que celebran su regreso
heroico a tierra con las palabras “los muchachos han vuelto a casa”, al que
responden los hombres con gran alegría y acompañados por los metales. El tempo
cambia a 7/8 con la danza zorcico en do mayor, que también es muy tradicional
en el país Vasco, resaltada poderosamente por los metales y las percusiones.
Las cuerdas hacen la transición a la veloz ronda final del Txankarrankoa en
tiempo simple de 2/4 y cerrando en Fa mayor con una danza general del pueblo,
quienes cantan de nuevo el “Boga, boga”.
Como lo hemos visto, la música culta vasca representa uno de
los microcosmos más interesantes y exuberantes de todo el mundo, especialmente
dentro de la música española que se caracteriza por fuentes inflexiones al
impresionismo gracias a la poderosa influencia francesa sobre los compositores
españoles. Los particularismos folclóricos vascos están presentes en todas sus
obras y representan sin duda la filosofía popular y las tradiciones de uno de
los pueblos más antiguos. Su continua distinción como un pueblo separado del
resto de Europa sin duda ha propiciado estas magníficas expresiones culturales.
Sebastián
Rodríguez Mayén.
Who is that composer IX? Legends
from an ancient country
In the
southern region of the Pyrenees lies one of the most ancient regions of the
Western World: The Basque country. Originally populated by settlers coming
probably from Transcaucasia, they have been known for their great cultural
differences that have shaped them aside the original Iberian populations and
from Latin Romans, Celtic Gauls and Germanic Visigoths; in sum, aside from all
Indo-Europeans migrants and conquerors who settled later in the region, and
formed the modern countries of Spain and France. The Basques are now spread
across the Franco-Spanish border, mainly in what it is called the Autonomous
Community of Euskal Herria (or the Basque Country) in Spain and the
southernmost portion of the department of Landes in the French Aquitaine Region.
However, their influence is also resented in the Spanish provinces of Navarre
and Cantabria, as well as northern Castille, and in the greater Aquitaine and
Midi-Pyrinées Regions in France. The language spoken is Basque, which is still
a language isolate despite the genetic evidence that proves this people
originally migrated from somewhere in Georgia, and are thus related to the
aboriginal populations of the region. Nonetheless, there are recently
identified linguistic elements that could relate Basque and the extinct
Aquitanian language to Georgian and Dagestan, and future research could
eventually get the missing link between them. Equally, their traditions are
quite dissimilar and focus mostly on pastoral and seafaring life. Their musical
practices are also very distinctive, focusing on composite dancing rhythms,
pentatonic, heptatonic modal scales and melodies which have disseminated also
around the world to Ireland (there was an important migration of Basque
populations from Northern Spain to the British Isles around the end of the last
Ice Age) and to the Spanish American nations, to which they have migrated since
the times of the Spanish Colonization of the Americas. The music presented here
today represents part of this very ancient heritage.
Jesús Arámbarri: A Witches’ Sabbath
Nearly everyone is acquainted with Berlioz’s Witch Sabbath scene at the end of his
Symphonie Fantastique. Nonetheless, there are many other depictions of such
events of dark magic. One by them is by musician Jesús Arámbarri. He was born
in the city of Bilbao in 1902. He went to Paris to study musical composition
with Paul Dukas in the renowned Conservatoire and thus, he felt inclined
towards the French values of music, becoming an elegant rather than a lavish
romantic nationalist. One of his very first works was the Prelude Gabon
Zar-Sorgiñak, or the Witches in the New Year. The Spanish word for Witches
Sabbath, “aquelarre”, is of Basque origin and remounts to the legend that
witches gathered around the mountains to celebrate in New Years’ Eve. The music
begins with a fanfare of clear folk origin with its syncopated accents, which
becomes a round in strings. This happy melody comes and goes with ease across
the instruments, focusing in strings and woodwind. Horns announce a softer
section for strings mostly, which evokes the calmness of the Basque
mountainside, which is bathed by rain nearly all year long. Suddenly, bass drum
launches frantic cries of the witches, dancing around in the forests wildly in
woodwind and brass; a tune which progressively evolves into a general dance.
The tune of the beginning returns in clarinets and it joins into scene with
great energy, closing the work.
Francisco Escudero: Faith on the Virgin
One of the
most distinctive elements of the Basque Country is their staunch adherence to
the Catholic Faith; as a people devoted to the pastoral and seafaring life, it
is not strange the Basque had sought for consolation in religion during
perilous moments at land or sea. It is neither strange that this faith might
come also from the Spanish long-lasting influence over the region, considering
that only 40 years ago, Spain was the most traditional and conservative
European nation. Sacred music for Basque composers has supposed thus an
enduring tradition; its foremost exponent being Juan Cristósomo de Arriaga,
dubbed the Spanish Mozart, who composed countless masses and oratorios during
his short life and becoming the most important composer of Spanish Classicism.
The tradition continues into our century, with composers (even two priests)
still making this music, Francisco Escudero being one of these many. Francisco
Escudero García de Goizueta was born in Zarauz, Gipuzkoa in 1912. Showing
musical talent from early age, he was encouraged to study from childhood on;
first in the local academy of San Sebastián, then in Madrid and later in Paris
and Munich, equally being student of Dukas while in France. He travelled wide
and far in Europe during the Spanish Civil War, yet he resolved to return back
home after Hitler invaded Poland and a larger conflict became inevitable. He
established in Bilbao as orchestral conductor, and enjoyed huge prestige during
both Franco’s Regime and the liberal restoration of King Juan Carlos I. Escudero
was probably the Basque Country’s most important composer during the second
half of the 20th Century, succeeding his conational Jesús Guridi,
mostly because he wrote works for every genre, including symphonies, which are
quite sparse in the Hispanic repertoire. One of his most beloved works is his
symphonic poem Arantzazu, written over a sacred theme.
Arantzazu
or Aránzazu is more a location than a name, meaning the “Place of Thorn trees”.
It is located in the mountainside district of Oñate in the Basque province of
Gipuzkoa, and the legend tells that in 1468, Virgin Mary appeared in there to a
humble herder named Rodrigo de Baltzegi. The symphonic poem corresponds then to
the depiction of the events happening then. Music begins with soft lines in
strings and celesta with an air-like sounding cymbal, evoking the mists
ascending over the green mountainside while woodwind keeps runing; quite a
pastoral scene to imagine. Nonetheless, the land is suffering: A war has
erupted between the nobility, evoked with wild fanfares, and a drought is
affecting the once noble land as an apparent punishment from heaven, symbolized
by dissonance in the brass and percussion strikes. The mountain theme is heard
again, among these cries of sorrow. One day, the herder Rodrigo comes out with his
sheep and cows to the deep mountain pastures, heard in brass and atmospheric
cowbells and while on his way back home, he is struck down with the magnificent
vision of the Virgin, evoked in a Gregorian style melody. He rushes back to his
town to find the townsfolk in prayer to appease the drought, and he tells them
about his vision: they must ascend into the mountain in prayer and go see the
Virgin to stop the terrible drought. Men leave their swords at home and women
carry children on their way to the mountain in a solemn procession heard first
in strings and oboes, ascending gradually throughout the whole orchestra, while
both the Virgin theme and the mountain themes sound joyfully. They carry back
the Virgin’s image, now engraved in stone and rain finally falls over the land,
appeasing the drought, closing the work with a calm recollection of memories in
woodwind and strings.
Jesús Guridi: A Seafarer’s Life
The next and
final element to explore is the seafaring life of the Basques. Living at the
border of the Atlantic Ocean, over the Cantabrian Sea and the Gulf of Biscay
and having not so much arable land thanks to the mountainsides, the Basques
turned to the sea for a living. Their art of boat-building has been refined over
millennia, and their fishing and whaling abilities were quite admired from the
Middle Ages on; there are some legends that Basque fishermen, along with
Portuguese, sailed past the Azores while chasing cod shoals and whales, finally
arriving to a place called Terra do Bacalhau (the Land of Cod, probably
Newfoundland) more than half a century before Columbus arrival to the Carribbean
in 1492. However, their first confirmed presence would be until 1534 when
Jacques Cartier explored the zone for France. It were these seafaring
experiences which led Spanish and French to hire Basques among their crews
during their exploration and colonization of the Americas: some of Spain’s
greatest navigators like Juan Sebastian Elcano (the man who completed
Magellan’s trip around the world) and admirals like Blas de Lezo (the terror of
the English at Cartagena de Indias in 1741) were actually of Basque extraction.
It wouldn’t be quaint that such seafaring stories would make their way into
music and Jesus Guridi’s cantata Eusko Irudiak is a proof of that.
Eusko
Irudiak, which translates as Basque Images, belongs to Guridi’s works that are
based upon national themes. It begins with a soft horn fanfare with woodwind,
announcing the beginning of a new day over a coastal town. The day opens up in
multiple tonalities (the home key of the work is C major) as the fishermen
prepare to set sails into the vast ocean. Brass sound majestically over the
orchestra as the sailors board their ships on their way to their weekly or
monthly voyages across the immense Atlantic Ocean. This dwindles as the ships
begin to travel into the calm waters symbolized by flowing strings and harp.
The chorus is heard softly singing a sea song named “Boga, boga”, sailing away
with the ships that sink into the horizon. This ambience is suddenly broken by
clarinets and horns, announcing a sea gale (in A minor). The male portion of
the chorus sings the song of the storms “Gure istasoa bildugarria”. The sea
sets with all its powers, rocking the ships on bass drum and brass; rain falls
and winds strike on the small boats, but the fishermen remain undeterred. Back
in town everyone fears for their lives out in the ocean, yet the sea begins to
calm down and the joyful chant of “Boga, boga” returns to the crew. The finale
begins with the Espatadantza or sword dance, using an 11/8 rhythm (in composite
7/8+2/4) in G major, starting with the female choir which represents the women
and mothers of the fishermen celebrating their heroic return into land with the
words “boys are back home”, to which the male chorus responds on the song with
great joy and accompanied by brass. The tempo of the song shifts into plain 7/8
with the Zortziko dance in C major, which is one of the most traditional in the
Basque Country, heavily accompanied by brass and percussion. Strings transition
into the final quick reel of the Txankarrankoa in simple time 2/4 and closing
in F major with a general dance of the townsfolk singing the “Boga, boga” again.
As we have
seen, Basque art music represents one of the most interesting, exuberant microcosms
of all over the world, especially of Spanish music which is mostly
characterized by strong inflections to impressionism thanks to the prevailing
French influence over Spanish composers. Their folk particularisms are quite
present on their works and these reflect the philosophy and tradition of one of
the oldest known peoples. Their continuous assertion as a separate people from
the rest of Europe undoubtedly has propelled these magnificent cultural
expressions.
Sebastian
Rodriguez Mayen.
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