Friday, July 3, 2015

¿Quién es ése compositor IX?: Leyendas de una tierra ancestral

Al sur de los Pirineos yace una de las regiones más antiguas del mundo occidental: El País Vasco. Originalmente poblado por tribus y clanes posiblemente provenientes del Cáucaso, éstos siempre se han distinguido por las diferencias culturales que los apartan de la población original de la península ibérica y de los romanos, celtas y visigodos; en otras palabras, de todos aquellos migrantes y conquistadores indoeuropeos que les siguieron a establecerse en la región y quienes acabaron conformando las naciones modernas de España y Francia. Los vascos se sitúan hoy en día en ambos lados de la frontera franco-española, principalmente en lo que hoy se conoce como la Comunidad Autónoma de Euskal Herria (o País Vasco) y en la porción sur del departamento de Landes en la región francesa de Aquitania. Sin embargo, su influencia se siente también en las provincias españolas de Cantabria, Navarra y el norte de Castilla, así como en toda Aquitania y la Región Midi-Pyrinées de Francia. El idioma que se habla es el vasco, por supuesto, mismo que sigue siendo considerado como una lengua aislada a pesar de que la evidencia genética sitúa a los vascos como originarios de Georgia y que por lo tanto, están relacionados con las poblaciones originarias de la región. No obstante, recientemente se han identificado ciertos elementos lingüísticos que podrían ligar tanto al vasco como al extinto lenguaje aquitano al georgiano y daguestano y no sería extraño ver que en futuras investigaciones se encuentre el eslabón perdido entre ellas. De igual forma, las tradiciones del pueblo vasco se diferencian un poco del resto, haciendo énfasis en la vida pastoral y marítima. Sus prácticas musicales también son distintas, enfocándose en ritmos compuestos y en escalas y melodías pentatónicas, heptatónicas y modales; mismas que se han diseminado a través del mundo hacia Irlanda (hubo una gran migración de poblaciones vascas del norte de España hacia las Islas Británicas al fin de la última era glacial) y a las naciones de Iberoamérica, a las que migraron desde tiempos de la colonia Española. La música presentada aquí el día de hoy representa parte de esta herencia antigua.

Jesús Arámbarri: El Sabbath de las Brujas o Aquelarre


Casi todos están familiarizados con el Sabbath de las Brujas que Berlioz compuso como final de su Symphonie Fantastique. No obstante, existen múltiples interpretaciones de dichos eventos de magia negra. Uno de ellos fue creado por el compositor Jesús Arámbarri. Nacido en la ciudad de Bilbao en 1902, marchó a París para estudiar composición con Paul Dukas en el renombrado Conservatorio y desde entonces se inclinó hacia los valores musicales franceses, convirtiéndose así en un elegante romántico nacionalista más que en uno exacerbado. Una de sus primeras obras fue el Preludio Gabon Zar-Sorgiñak o de las Brujas en Año Nuevo, que representa un aquelarre; palabra española para representar una reunión de brujas que de hecho es de origen vasco. Estos ocurrirían en las noches de Año Nuevo, cuando las brujas se reunían en las montañas para festejar. La música comienza con una fanfarria de origen popular con acentos sincopados, misma que se convierte gradualmente en una ronda para cuerdas. Esta alegre melodía pasa con facilidad a través de los instrumentos, enfocándose en las cuerdas y los vientos. Los cornos anuncian una sección más plácida para cuerdas principalmente; una que evoca la calma de los Montes Vascos, los cuales son bañados por generosas lluvias todo el año. De repente, el bombo despierta los gritos frenéticos de las brujas, quienes bailan salvajemente en los bosques en los alientos y metales; melodía que progresa a una danza general. La melodía del inicio regresa en los clarinetes y se une a la escena, terminando así la pieza.

Francisco Escudero: Fe en la Virgen


Uno de los elementos más distintivos del País Vasco es su adhesión a la fé católica; no es de extrañarse viniendo de un pueblo  que se ha dedicado a la vida pastoral y marítima, ya que han buscado el consuelo religioso durante los momentos de peligro en el campo o en el mar. Tampoco es extraño dada a la influencia española que ha prevalecido en la región y sobre todo considerando que hace apenas 40 años, España era la nación más conservadora y tradicionalista en Europa. La música sacra proviniendo de compositores vascos también se ha vuelto tradición entonces; siendo su más grande exponente Juan Cristósomo de Arriaga, llamado a veces el Mozart Español, quien compuso incontables misas y oratorios durante su corta vida, convirtiéndose así en el representante español más importante del clasicismo. La tradición se ha extendido hasta nuestro siglo, en donde varios compositores, incluso curas, siguen creando música sobre temas sacros; entre ellos resalta Francisco Escudero García de Goizueta. Nacido en Zarazuz, Guipúzcoa en 1912, mostró talento musical desde una edad temprana y fue motivado a realizar estudios en ello; primero en la academia local de San Sebastián, luego en Madrid, París y Múnich, siendo también alumno de Dukas al estar en Francia. Durante la Guerra Civil se exilió viajando en Europa, pero regresó a España tras la invasión nazi a Polonia, ya que se dio cuenta que un conflicto aún peor comenzaría. Se estableció en Bilbao como director de orquesta, disfrutando de enorme prestigio tanto en el régimen franquista como durante la restauración liberal del rey Juan Carlos I. Escudero fue quizás la figura musical más importante del País Vasco en la segunda mitad del siglo 20, sucediendo a su connacional Jesús Guridi, ya que al igual que él, Escudero compuso música para todos los géneros, incluyendo sinfonías; las cuales son muy escasas en el repertorio hispánico en general. Una de sus obras más recordadas es el poema sinfónico Arantzazu, compuesto sobre un tema sacro.

Arantzazu o Aránzazu es una locación que da origen a un nombre, que significa “Lugar de arbustos espinados”. Se encuentra en el distrito montañoso de Oñate en la provincia vasca de Guipúzcoa y la leyenda cuenta que, en 1468, la Virgen María se le apareció allí a un pastor llamado Rodrigo de Baltztegui. El poema sinfónico corresponde a la descripción de los eventos que ocurrían en aquél entonces. La música comienza suavemente en las cuerdas y la celesta junto con un plato que resuena como el aire, evocando la neblina que asciende por el paraje montañoso mientras que los alientos tocan rápidamente; una escena netamente pastoral para imaginar. No obstante, la tierra sufre: Una guerra entre nobleza, llamada guerra de bandos, ha estallado siendo evocada con fanfarrias salvajes y una sequía azota la noble tierra como aparente castigo del cielo, simbolizada por disonancia en los metales. El tema de las montañas se escucha de nuevo a través de estos gritos de dolor. Un día, Rodrigo el pastor sale con sus rebaños de vacas y ovejas a los pastizales de las altas montañas, mismos que aparecen en los metales y en cencerros muy atmosféricos. Al volver a casa, en entonces que tiene la visión de la Virgen, evocada con una melodía al estilo gregoriano. Rodrigo regresa a su pueblo, donde los habitantes están orando por el fin de la sequía y les cuenta su visión: deben ir a la montaña en procesión y ver a la Virgen para terminar con la sequía. Los hombres dejan sus espadas en casa y las mujeres cargan a sus hijos para ascender por la montaña en una solemne procesión evocada en las cuerdas y oboes; misma que aumenta gradualmente por toda la orquesta mientras se escuchan los temas de la montaña y de la virgen alegremente. Van y encuentran la imagen de la virgen, ahora labrada en piedra y la llevan al pueblo con gran felicidad; entonces la lluvia cae del cielo y termina con la sequía, cerrando la obra con una calma recolección de memorias en cuerdas y alientos.

Jesús Guridi: Una vida en el mar


El siguiente y último elemento por explorar es la vida marítima del vasco. Viviendo al borde del Atlántico, sobre el mar Cantábrico y el Golfo de Vizcaya y careciendo de tierras arables gracias a las montañas, los vascos pusieron también sus ojos en el mar. Su arte de construir botes se ha refinado a través de los milenios y sus habilidades de pesca y caza de ballenas fueron apreciadas desde la Edad Media en adelante; incluso existen leyendas que sitúan a pescadores vascos y portugueses navegando más allá de las Azores para cazar ballenas y cardúmenes de bacalao, llegando eventualmente a un lugar nombrado Terra do Bacalhau (Tierra del Bacalao, posiblemente Terranova) más de medio siglo antes del arribo de Colón al Caribe en 1492. Sin embargo, su primera presencia confirmada sería hasta 1534, cuando Jacques Cartier exploró el área para Francia. Fueron justamente éstas experiencias que llevaron tanto a españoles como franceses a contratar marinos vascos para su exploración y colonización del continente americano: algunos de los navegantes y almirantes españoles como Juan Sebastián Elcano y Blas de Lezo eran de extracción vasca. No sería extraño entonces que historias de navegantes llegaran a  ser musicalizadas y la cantata Eusko Irudiak de Jesús Guridi es prueba de ello.

Eusko Irudiak, que se traduce como Imágenes Vascas, pertenece a las obras de Guridi basadas en temas nacionalistas. Ésta comienza con una breve fanfarria para cornos y alientos que anuncia un nuevo día sobre un pueblo pesquero. El día se abre en varias tonalidades (la tonalidad principal es Do mayor) mientras los pescadores se preparan para partir al gran océano. Los metales suenan majestuosamente mientras los marineros abordan sus barcos en los que realizan viajes semanales o mensuales a través del Atlántico. Esta fanfarria disminuye mientras los barcos navegan por calmas aguas simbolizadas en las cuerdas y el arpa. El coro canta suavemente un canto marino llamado “Boga,boga”, navegando en sus barcos que se hunden en el horizonte. El ambiente se rompe por cornos y clarinetes que auncian tempestad (en la menor). La porción masculina del coro canta la Canción de la Tormenta “Gure istasoa bildugarria”. El mar azota los barcos con todo su poder simbolizado en los metales y el bombo; la lluvia y los vientos arrecian sobre los botes, pero los pescadores siguen en pie. En el pueblo todos temen por sus vidas, pero el mar se empieza a calmar y el canto alegre “Boga, boga” regresa a la tripulación. El finale comienza con la Espatadantza o Danza de espadas, usando un ritmo de 11/8 (compuesto por un 7/8+2/4) en Sol mayor, comenzando con el coro femenino que representa a las esposas y madres de los pescadores que celebran su regreso heroico a tierra con las palabras “los muchachos han vuelto a casa”, al que responden los hombres con gran alegría y acompañados por los metales. El tempo cambia a 7/8 con la danza zorcico en do mayor, que también es muy tradicional en el país Vasco, resaltada poderosamente por los metales y las percusiones. Las cuerdas hacen la transición a la veloz ronda final del Txankarrankoa en tiempo simple de 2/4 y cerrando en Fa mayor con una danza general del pueblo, quienes cantan de nuevo el “Boga, boga”.

Como lo hemos visto, la música culta vasca representa uno de los microcosmos más interesantes y exuberantes de todo el mundo, especialmente dentro de la música española que se caracteriza por fuentes inflexiones al impresionismo gracias a la poderosa influencia francesa sobre los compositores españoles. Los particularismos folclóricos vascos están presentes en todas sus obras y representan sin duda la filosofía popular y las tradiciones de uno de los pueblos más antiguos. Su continua distinción como un pueblo separado del resto de Europa sin duda ha propiciado estas magníficas expresiones culturales.

Sebastián Rodríguez Mayén.

Who is that composer IX? Legends from an ancient country

In the southern region of the Pyrenees lies one of the most ancient regions of the Western World: The Basque country. Originally populated by settlers coming probably from Transcaucasia, they have been known for their great cultural differences that have shaped them aside the original Iberian populations and from Latin Romans, Celtic Gauls and Germanic Visigoths; in sum, aside from all Indo-Europeans migrants and conquerors who settled later in the region, and formed the modern countries of Spain and France. The Basques are now spread across the Franco-Spanish border, mainly in what it is called the Autonomous Community of Euskal Herria (or the Basque Country) in Spain and the southernmost portion of the department of Landes in the French Aquitaine Region. However, their influence is also resented in the Spanish provinces of Navarre and Cantabria, as well as northern Castille, and in the greater Aquitaine and Midi-Pyrinées Regions in France. The language spoken is Basque, which is still a language isolate despite the genetic evidence that proves this people originally migrated from somewhere in Georgia, and are thus related to the aboriginal populations of the region. Nonetheless, there are recently identified linguistic elements that could relate Basque and the extinct Aquitanian language to Georgian and Dagestan, and future research could eventually get the missing link between them. Equally, their traditions are quite dissimilar and focus mostly on pastoral and seafaring life. Their musical practices are also very distinctive, focusing on composite dancing rhythms, pentatonic, heptatonic modal scales and melodies which have disseminated also around the world to Ireland (there was an important migration of Basque populations from Northern Spain to the British Isles around the end of the last Ice Age) and to the Spanish American nations, to which they have migrated since the times of the Spanish Colonization of the Americas. The music presented here today represents part of this very ancient heritage.

Jesús Arámbarri: A Witches’ Sabbath


Nearly everyone is acquainted with Berlioz’s Witch Sabbath scene at the end of his Symphonie Fantastique. Nonetheless, there are many other depictions of such events of dark magic. One by them is by musician Jesús Arámbarri. He was born in the city of Bilbao in 1902. He went to Paris to study musical composition with Paul Dukas in the renowned Conservatoire and thus, he felt inclined towards the French values of music, becoming an elegant rather than a lavish romantic nationalist. One of his very first works was the Prelude Gabon Zar-Sorgiñak, or the Witches in the New Year. The Spanish word for Witches Sabbath, “aquelarre”, is of Basque origin and remounts to the legend that witches gathered around the mountains to celebrate in New Years’ Eve. The music begins with a fanfare of clear folk origin with its syncopated accents, which becomes a round in strings. This happy melody comes and goes with ease across the instruments, focusing in strings and woodwind. Horns announce a softer section for strings mostly, which evokes the calmness of the Basque mountainside, which is bathed by rain nearly all year long. Suddenly, bass drum launches frantic cries of the witches, dancing around in the forests wildly in woodwind and brass; a tune which progressively evolves into a general dance. The tune of the beginning returns in clarinets and it joins into scene with great energy, closing the work.

Francisco Escudero: Faith on the Virgin


One of the most distinctive elements of the Basque Country is their staunch adherence to the Catholic Faith; as a people devoted to the pastoral and seafaring life, it is not strange the Basque had sought for consolation in religion during perilous moments at land or sea. It is neither strange that this faith might come also from the Spanish long-lasting influence over the region, considering that only 40 years ago, Spain was the most traditional and conservative European nation. Sacred music for Basque composers has supposed thus an enduring tradition; its foremost exponent being Juan Cristósomo de Arriaga, dubbed the Spanish Mozart, who composed countless masses and oratorios during his short life and becoming the most important composer of Spanish Classicism. The tradition continues into our century, with composers (even two priests) still making this music, Francisco Escudero being one of these many. Francisco Escudero García de Goizueta was born in Zarauz, Gipuzkoa in 1912. Showing musical talent from early age, he was encouraged to study from childhood on; first in the local academy of San Sebastián, then in Madrid and later in Paris and Munich, equally being student of Dukas while in France. He travelled wide and far in Europe during the Spanish Civil War, yet he resolved to return back home after Hitler invaded Poland and a larger conflict became inevitable. He established in Bilbao as orchestral conductor, and enjoyed huge prestige during both Franco’s Regime and the liberal restoration of King Juan Carlos I. Escudero was probably the Basque Country’s most important composer during the second half of the 20th Century, succeeding his conational Jesús Guridi, mostly because he wrote works for every genre, including symphonies, which are quite sparse in the Hispanic repertoire. One of his most beloved works is his symphonic poem Arantzazu, written over a sacred theme.

Arantzazu or Aránzazu is more a location than a name, meaning the “Place of Thorn trees”. It is located in the mountainside district of Oñate in the Basque province of Gipuzkoa, and the legend tells that in 1468, Virgin Mary appeared in there to a humble herder named Rodrigo de Baltzegi. The symphonic poem corresponds then to the depiction of the events happening then. Music begins with soft lines in strings and celesta with an air-like sounding cymbal, evoking the mists ascending over the green mountainside while woodwind keeps runing; quite a pastoral scene to imagine. Nonetheless, the land is suffering: A war has erupted between the nobility, evoked with wild fanfares, and a drought is affecting the once noble land as an apparent punishment from heaven, symbolized by dissonance in the brass and percussion strikes. The mountain theme is heard again, among these cries of sorrow. One day, the herder Rodrigo comes out with his sheep and cows to the deep mountain pastures, heard in brass and atmospheric cowbells and while on his way back home, he is struck down with the magnificent vision of the Virgin, evoked in a Gregorian style melody. He rushes back to his town to find the townsfolk in prayer to appease the drought, and he tells them about his vision: they must ascend into the mountain in prayer and go see the Virgin to stop the terrible drought. Men leave their swords at home and women carry children on their way to the mountain in a solemn procession heard first in strings and oboes, ascending gradually throughout the whole orchestra, while both the Virgin theme and the mountain themes sound joyfully. They carry back the Virgin’s image, now engraved in stone and rain finally falls over the land, appeasing the drought, closing the work with a calm recollection of memories in woodwind and strings.

Jesús Guridi: A Seafarer’s Life


The next and final element to explore is the seafaring life of the Basques. Living at the border of the Atlantic Ocean, over the Cantabrian Sea and the Gulf of Biscay and having not so much arable land thanks to the mountainsides, the Basques turned to the sea for a living. Their art of boat-building has been refined over millennia, and their fishing and whaling abilities were quite admired from the Middle Ages on; there are some legends that Basque fishermen, along with Portuguese, sailed past the Azores while chasing cod shoals and whales, finally arriving to a place called Terra do Bacalhau (the Land of Cod, probably Newfoundland) more than half a century before Columbus arrival to the Carribbean in 1492. However, their first confirmed presence would be until 1534 when Jacques Cartier explored the zone for France. It were these seafaring experiences which led Spanish and French to hire Basques among their crews during their exploration and colonization of the Americas: some of Spain’s greatest navigators like Juan Sebastian Elcano (the man who completed Magellan’s trip around the world) and admirals like Blas de Lezo (the terror of the English at Cartagena de Indias in 1741) were actually of Basque extraction. It wouldn’t be quaint that such seafaring stories would make their way into music and Jesus Guridi’s cantata Eusko Irudiak is a proof of that.

Eusko Irudiak, which translates as Basque Images, belongs to Guridi’s works that are based upon national themes. It begins with a soft horn fanfare with woodwind, announcing the beginning of a new day over a coastal town. The day opens up in multiple tonalities (the home key of the work is C major) as the fishermen prepare to set sails into the vast ocean. Brass sound majestically over the orchestra as the sailors board their ships on their way to their weekly or monthly voyages across the immense Atlantic Ocean. This dwindles as the ships begin to travel into the calm waters symbolized by flowing strings and harp. The chorus is heard softly singing a sea song named “Boga, boga”, sailing away with the ships that sink into the horizon. This ambience is suddenly broken by clarinets and horns, announcing a sea gale (in A minor). The male portion of the chorus sings the song of the storms “Gure istasoa bildugarria”. The sea sets with all its powers, rocking the ships on bass drum and brass; rain falls and winds strike on the small boats, but the fishermen remain undeterred. Back in town everyone fears for their lives out in the ocean, yet the sea begins to calm down and the joyful chant of “Boga, boga” returns to the crew. The finale begins with the Espatadantza or sword dance, using an 11/8 rhythm (in composite 7/8+2/4) in G major, starting with the female choir which represents the women and mothers of the fishermen celebrating their heroic return into land with the words “boys are back home”, to which the male chorus responds on the song with great joy and accompanied by brass. The tempo of the song shifts into plain 7/8 with the Zortziko dance in C major, which is one of the most traditional in the Basque Country, heavily accompanied by brass and percussion. Strings transition into the final quick reel of the Txankarrankoa in simple time 2/4 and closing in F major with a general dance of the townsfolk singing the “Boga, boga” again.
As we have seen, Basque art music represents one of the most interesting, exuberant microcosms of all over the world, especially of Spanish music which is mostly characterized by strong inflections to impressionism thanks to the prevailing French influence over Spanish composers. Their folk particularisms are quite present on their works and these reflect the philosophy and tradition of one of the oldest known peoples. Their continuous assertion as a separate people from the rest of Europe undoubtedly has propelled these magnificent cultural expressions.


Sebastian Rodriguez Mayen.

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